domingo, 27 de noviembre de 2011

El Parque de Borja, un espacio a recuperar II



            En nuestro artículo anterior, recordábamos lo que había sido el parque hasta la publicación por el Centro de la Guía del mismo. En aquellos momentos, aunque comenzaba a notarse su evidente deterioro, todavía creíamos que sería posible mantener su carácter de espacio de interés botánico e, incluso, llegamos a proponer la reposición de las especies perdidas y la rotulación de todas las existentes, con un fin didáctico, el mismo que animó la publicación de la guía.



            Sin embargo, nada se hizo en ese sentido, sino que por el contrario se adoptaron medidas que, a nuestro juicio, eran completamente inadecuadas. Se pavimentó una parte de sus andenes con piedra de Tabuenca, lo que desvirtuaba el carácter del parque y perjudicaba la irrigación de las plantas.




Los parterres fueron desapareciendo y se instalaban juegos infantiles, donde antes crecían las rosas, mientras las terrazas iban ocupando las zonas antes verdes, de manera que, poco a poco, el parque dejaba de ser parque para transformarse en los jardines de una plaza delimitada por los nuevos edificios a los que, contra toda lógica, se les permitía el acceso desde él.




            El quiosco de la música, mudó de lugar antes de desaparecer y, frente a la nueva calle construida, restando espacio al parque, surgió un muro de ladrillo, a raíz de un concurso de albañilería celebrado durante unas fiestas, mientras que sobre el estanque original apareció la imagen de una dama que vertía agua, entre los pilares de una pérgola.




También se retiró el crucero que presidía el paseo, dedicado a los caídos. Probablemente, pudo haberse mantenido, despojándolo de sus connotaciones “políticas”, pero se optó por el expeditivo procedimiento de derribarlo.





En su lugar se encuentra ahora una colección de indicadores de dudosa utilidad y los inevitables contenedores de basuras.





            Aunque lo peor estaba por llegar. Ha sido en los  últimos años cuando el parque ha culminado el proceso de su deterioro. Mientras se pavimentaba el Paseo y se instalaba un muro, a imagen y semejanza del anterior, la mayor parte de los árboles eran sometidos a una poda brutal de la que muchos de ellos no se repondrán.




Perdidos los setos, ya no hay flores, habiendo sido ocupado sus espacios por césped, algo muy alejado de la concepción original. Pero, además, mientras se perdía la rica variedad de especies que lo poblaban, se iban plantando olivos, siguiendo una moda que iba convirtiendo los jardines en predios rústicos, como ocurrió a las puertas del Colegio Público, el centro formativo de nuestra juventud, donde, tras derribar el cerramiento que diseñó un importante arquitecto, se han plantado vides y olivos. Un homenaje a nuestros agricultores en pleno casco urbano.




Mientras se eliminan amplios sectores ajardinados para instalar juegos infantiles o pistas de petanca, rodeadas de muros llenos de grafitos, podemos asistir al esperpento de contemplar los restos de un hermoso árbol transformado en asiento.




            No sabemos si será posible todavía, pero ha llegado el momento de plantearnos la recuperación del parque, por medio de un proyecto elaborado por especialistas cualificados, como se hizo en el momento de su creación, y dedicarle el cariño y la atención que merece lo que antaño fuera orgullo de nuestra ciudad y hoy es, en buena medida, un espacio en proceso de degradación, aunque muchos no se percaten de ello.

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