martes, 10 de abril de 2012

Sobre subterráneos, pasadizos y otras cosas

            El imaginario popular tiende a crear leyendas y mitos, en torno a supuestos subterráneos y pasadizos que ponen en comunicación castillos y palacios, cegados por el transcurrir del tiempo y siempre repletos de armas y tesoros.
            Borja no es ajena a esta tendencia y entre ese conjunto de leyendas que, en cierta manera, configuran el sentimiento histórico de la población, no faltan las múltiples referencias a los pasadizos que, supuestamente, enlazaban el castillo con las zonas bajas de la ciudad.
            Cuando hace algunas fechas publicamos un artículo sobre el paso del río Sorbán bajo la colegiata de Santa María, un lector nos pidió que comentáramos algo sobre esos otros subterráneos, haciendo alusión al existente junto a la fuente del Barrio.




            Ante todo, conviene dejar claro que existe un interesante conjunto de construcciones subterráneas que responden a diferentes cometidos, pero ninguno de ellos guarda relación con lo que generalmente se supone.
            Hoy vamos a comentar la historia de los llamados “caños” de Borja. Cuando, en 1970, se estaba procediendo a la pavimentación de las calles de la ciudad, aparecieron en diferentes lugares unos conductos que despertaron la curiosidad general. Uno de ellos fue encontrado en la entonces plaza de Casanova. El día 5 de diciembre, el actual Presidente del Centro de Estudios Borjanos decidió conmemorar su onomástica bajo tierra y se introdujo en ellos, acompañado por alcalde de la ciudad D. Juan María de Ojeda Nogués, por el profesor de la Sección Delegada D. Santiago Carroquino y por D. Julián Zueco. Allí pudieron comprobar la existencia de un pasadizo de unos 2 metros de altura con una bóveda en la que, de trecho en trecho, aparecían arcos de ladrillo de medio punto o apuntados, en algunos lugares. Seguía el trazado de la calle de Belén, interrumpido parcialmente por los cimientos de la casa donde, en la actualidad, se encuentra la pastelería Jeymar, y la calle de Alfaro Malumbres, por donde llegaron hasta la plaza de España.



Entrada a los caños de Borja en la Casa de Aguilar


            En él confluía otro que se dirigía hacia la Casa de Aguilar. Este último volvió a aparecer cuando se restauró el edificio ya que, en sus bodegas, se encuentra una de las entradas del mismo. No eran estos los únicos caños, pues existen otros que vienen de la plaza de las Canales y, también, apareció uno en la plaza del Mercado que procedía de la calle de San Bartolomé.
            Posteriormente, se ha encontrado abundante documentación sobre estas canalizaciones cuya función era la de servir como drenaje de las aguas freáticas de la población y conducir el agua de lluvia hasta el río Sorbán, para lo que, en determinados tramos existían unas rejas. Nunca fueron alcantarillas, entre otras razones, porque las casas no disponían de servicios. Cuando en el siglo XIX, algunos vecinos comenzaron a arrojar en ellos las aguas fecales, los malos olores que desprendían obligaron a cerrar las rejas, dejando de cumplir uno de sus principales cometidos. Progresivamente abandonados, también dejaron de servir como drenaje. Este problema se acrecentó cuando se instaló la red de distribución de aguas que, en algunos lugares, los cegó por lo que, al no drenar se incrementó el nivel de humedad de muchas casas.
            En repetidas ocasiones, hemos pedido que se procediera a su limpieza e, incluso, a su restauración parcial, pues podrían constituir un atractivo turístico como ha sucedido en otras localidades.



Sistema para drenar las aguas y conducirlas a los caños en la Casa de Aguilar


            Resumiendo, por lo tanto, la mayor parte de los conductos que existen en el subsuelo de Borja corresponden a esta importante red medieval que estaba concebida para drenar el agua y conducirla hasta el río Sorbán, contribuyendo a mejorar las condiciones de habitabilidad de las casas.

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