miércoles, 8 de agosto de 2012

La fuente del Piojo y el cultivo del cáñamo en Borja



            A la derecha del camino de la Arcadas que conduce hasta el río Huecha, se encuentra esta pequeña fuente por la que, en la actualidad, apenas mana agua pero que, en el pasado, solía ser un destino habitual de paseo, aprovechando los frondosos árboles que jalonaban el recorrido.





            Aunque no guarda relación con el sistema de riegos regulado por las Ordenanzas de la Comunidad de Regantes, la incluimos en esta serie porque sus aguas se recogían en una de las albercas que se utilizaban para remojar el cáñamo. Una de esas albercas se ha conservado en una finca contigua, aunque transformada. Probablemente, es la última existente en nuestro término.
            El cáñamo era  uno de los cultivos tradicionales del regadío de nuestra zona en la que, durante más de mil años, se siguió un sistema de rotación por el que en un campo se sembraba cáñamo el primer año, lino el siguiente, trigo el tercero y cebada u otra variedad el cuarto. A continuación se reiniciaba el ciclo, tras un abonado intenso. El cáñamo y el lino preparaban la tierra para el trigo evitando, además, la proliferación de la ballueca. El lino despareció hacia 1880 por la competencia de los tejidos catalanes y el ciclo pasó a ser trienal con peores resultados, pues el lino era el que más favorecía al trigo y, por otra parte, se precisaba echar estiércol cada tres años. Poco a poco, dejó se sembrarse cáñamo y el golpe definitivo se lo asestó el cultivo de la remolacha.





            Se obtiene de una variedad de la planta Cannabis sativa, con menor porcentaje de tetrahidrocannabinol (THC) que las destinadas al uso psicotrópico. La siembra se efectuaba a finales de marzo. De crecimiento rápido, tras ser segado, se dejaba un par de días extendido en el campo, antes de reunirlo en gavillas que se sacudían para que dejar caer las hojas.





            A continuación se llevaban a las balsas donde se hundían en el agua, colocando piedras encima, con el objeto de que se pudriera la corteza. Tras ser secado al sol, volvía a ser atado en gavillas.




            El siguiente proceso era el de “gramar” o “agramar”, lo que se realizaba con la “grama”, un instrumento de madera acanalada con una maza interior dotada con una hoja de hierro con la que se golpeaba el cáñamo para separar las impurezas. El Centro de Estudios Borjanos conserva una de estas gramas, aunque las que aparecen en la fotografía son de la provincia de Teruel.





            A continuación se peinaba con un instrumento de estas características consistente en una tabla con varias púas en un extremo del que también conservamos un ejemplar. De esta forma se separaban las hebras más pequeñas que quedaban prendidas en el rastrillo.
            Tanto las finas como las otras eran utilizadas para fines diferentes, elaborándose diversos productos que facilitaban el desarrollo de pequeños talleres artesanales que tuvieron aquí una gran implantación.

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