jueves, 18 de octubre de 2012

Un singular personaje nacido en Ambel


            Estos días, la localidad de Ambel está celebrando sus Jornadas Culturales de Otoño, de las que acabamos de tener noticia cuando ya se encuentran avanzadas pues comenzaron el pasado domingo día 7.
            Una de las preocupaciones del Centro de Estudios Borjanos ha sido siempre la de recuperar las biografías de personajes destacados nacidos en nuestra comarca y, de manera especial, hemos procurado reunir las obras que publicaron escritores y científicos oriundos de los diferentes municipios.





            Precisamente ahora, acabamos de conseguir la obra póstuma de un singular personaje. Se trata del Recetario Medicinal Espagírico que escribió Fray Diego de Bercebal y que, varios años después de su muerte, acaecida en 1707, publicó D. Miguel Pascual.





            Este religioso franciscano había nacido en Ambel, en la primera mitad del siglo XVII, recibiendo en su bautismo el nombre de Juan y, bajo la protección de otro ilustre ambelero, el cronista de la Orden de San Francisco fray José Antonio de Hebrera y Esmir, comenzó a estudiar Filosofía en la Universidad de Zaragoza.
            No sabemos si llegó a terminarlos porque, a los 24 años, decide marchar a Barcelona para alistarse como voluntario en las tropas que se disponían a intervenir en la recuperación del Franco Condado invadido por los franceses.





            Este territorio que limita con Suiza había sido cedido por Carlos VII de Francia a la casa de Habsburgo en 1493 y pasó a la Corona española como una de las posesiones del emperador Carlos V. 





Durante la minoría de edad de Carlos II, Luis XIV de Francia lo invadió, provocando dos conflictos armados que se desarrollaron entre 1667-1668 y 1672-1678. No sabemos en cual de ellos participó nuestro personaje pero su permanencia en filas fue efímera ya que, como consecuencia de ciertos duelos y peleas en las que se vio envuelto, decidió desertar para enrolarse en la Armada, donde volvió a tener problemas, debido a su carácter, y de nuevo huyó de su destino.






Dos deserciones en tan corto espacio de tiempo era un problema grave y, por este motivo, decidió buscar fortuna en otros lugares, alistándose en las tropas que el emperador Leopoldo I estaba reuniendo para intentar expulsar a los turcos de sus territorios húngaros. Tampoco podemos precisar la fecha precisa en la que Juan de Bercebal llegó a Austria, porque las campañas del emperador se iniciaron en 1683 con la victoria sobre los turcos en la batalla de Viena y, en 1686, avanzando por Hungría para tomar Budapest y lograr la expulsión definitiva en 1690.
En esta ocasión la suerte le fue propicia a nuestro personaje, ya que destacó por su arrojo y valor en todos los combates en los que participó, logrando alcanzar el empleo de Coronel de los Ejércitos Imperiales, contando con el apoyo del propio embajador de España ante la Corte de Viena cuando su pasado había quedado ya relegado en el olvido.
Es en esos momentos en los que se vio rodeado del reconocimiento general cuando se produce otro sorprendente giro en su trayectoria personal al decidir abandonar todo lo conseguido y regresar a España para vivir un tiempo retirado y, posteriormente, profesar en la Orden de San Francisco como simple hermano lego, tomando el nombre de Diego.





Destinado al convento de Huesca, allí entró en contacto con otro de los grandes personajes del momento Vincencio Juan de Lastanossa, un erudito de gran cultura que le inculcó el amor por la ciencia y, probablemente, por la alquimia en la que el oscense se mostraba especialmente interesado.





Enviado a Zaragoza, estudió Medicina y Química mientras atendía a los enfermos del Real Convento de San Francisco del que llegó a ser Enfermero Mayor. Durante los últimos años de su vida escribió ese Recetario Medicinal Espagírico que consta de 178 páginas y que, como hemos indicado, fue publicado después de su muerte, alcanzando una gran difusión.
Consta de tres partes. En la primera aborda la relación entre médico y enfermo, aportando toda su experiencia. Como ha señalado el Dr. Portela Marco, es la segunda parte la más interesante ya que en ella pone de manifiesto unos conocimientos químicos muy avanzados para su época, demostrando que estaba al tanto de los trabajos de autores extranjeros como los del gran químico francés Nicolás Lemery. En su parte final reúne una detallada relación de recetas prácticas para el tratamiento de diversas dolencias.

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