sábado, 1 de diciembre de 2012

El Patrimonio Artístico de Alcalá de Moncayo




            Alcalá de Moncayo es una localidad que pertenece a la comarca de Tarazona y el Moncayo, aunque está situada en el valle del Huecha y sus relaciones históricas con nuestra ciudad han sido constantes. Por otra parte, por su proximidad y por la belleza de su emplazamiento constituye uno de los lugares que es imprescindible conocer.
            Tradicionalmente se venía afirmando que fue fundada por los abades de Veruela, reuniendo a la población musulmana de tres pequeños lugares de la zona, Traint, Ceserón y el Villar. Alejandra Gutiérrez ha demostrado que no fue así, sino que la población creció en torno al castillo de Monfort que ya existía allí, dentro de los límites de la población llamada Traint. Fue propiedad de los abades de Veruela hasta el siglo XIX.






Entre sus monumentos, destaca la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, mandada construir por el abad D. Lope Marco, cuyas armas, aparecen sobre la puerta de acceso. La obra es fruto del impulso constructor de ese gran abad verolense que también edificó las iglesias parroquiales de Vera de Moncayo y El Pozuelo de Aragón. La de Alcalá fue consagrada por el arzobispo de Zaragoza, D. Hernando de Aragón, el 21 de noviembre de 1554 y sus armas figuran junto a las de D. Lope Marco, del que había sido predecesor.
           La obra se inscribe dentro de la nueva mentalidad renacentista y de la misma se conserva la traza de su diseño en el archivo parroquial, uno de los escasos documentos de este tipo que existen en Aragón.





            El edificio que, exteriormente, se caracteriza por su aspecto sobrio, fue construido en mampostería con algunos sillares de refuerzo en los ángulos. Está rematado por un alero de triple hilada de ladrillo en esquinillas. Este material se utilizó también en las ventanas de medio punto, situadas en la parte superior, y en la portada que se abre en el muro Norte. Está constituida por un arco de medio punto con tres  arquivoltas y pilares a los lados. Sobre un sencillo entablamento se dispone un frontón partido por uno de los ventanales, con las armas que siempre aparecen en las obras de Veruela en esta etapa: en el centro las del arzobispo Hernando de Aragón y a los lados las del abad Lope Marco.





El interior consta de una sola nave de tres tramos de las mismas dimensiones, el primero de los cuales corresponden al presbiterio. Al pie, un coro alto. Los contrafuertes, proyectados al interior, alojan capillas entre ellos, abiertas a la nave. Destaca la solución del testero que está separado del muro de la cabecera y está formado por tres paños. El conjunto se cubre con bóveda de crucería estrellada, cuyos nervios apoyan sobre unas ménsulas decoradas. Bajo ellas, en lo alto de los pilares, las armas de D. Hernando de Aragón y del abad Lope Marco, alternando. También aparecen en las claves de la bóveda, pendiendo de unos hermosos pinjantes de madera dorada y policromada.





            A los pies del templo y en el muro norte se encuentra la torre, de planta cuadrada, formada por tres cuerpos. El interior, coetáneo a la edificación de la iglesia está construido con los mismos materiales. Los dos superiores, de época posterior, fueron realizados en ladrillo y tienen planta octogonal con vanos en cada uno de sus lados, cerrados en el inferior y abiertos en el superior. Se remata con un chapitel de paños convergentes de ladrillo.
            Como ya hemos señalado, el castillo jugó un papel decisivo en la conformación del municipio y a lo largo de su historia. Durante la guerra de los dos Pedros fue ocupado por los castellanos, desde donde efectuaron varios ataques contra las poblaciones vecinas, por lo que fue uno de los principales objetivos de las tropas aragonesas que finalmente lo reconquistaron. Terminó arruinado, tras el reinado de los Reyes Católicos y, en su solar, se edificó la actual iglesia parroquial.





Se conservan, sin embargo, una parte de sus murallas y un torreón semicircular que algunos autores consideran que fue el ábside de una iglesia del siglo XIII. En el exterior del mismo puede verse un interesante testimonio arquitectónico: un ventanal ajimezado mozárabe.





            El ventanal construido en sillares de arenisca, presenta en su parte superior dos arcos de herradura, recortados en la pieza que hace de dintel. Entre ellos y como parteluz, una columnita con capitel, fuste y basa.
            Estudiado por el prof. Corral, en su opinión fue llevado allí desde algún pequeño templo mozárabe que pudo existir en los alrededores. Ello supondría la existencia de comunidades cristianas en época musulmana que no está probada.


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