lunes, 28 de enero de 2013

La construcción del azud de Marreque en 1869



            Este plano, conservado en el Archivo Histórico Municipal de Borja, corresponde al proyecto de construcción del nuevo azud de Marreque, en 1869.
            En el lugar que aparece marcado con la letra A, situado en el mojón que separaba los términos municipales de Borja y Bulbuente, existía un antiguo azud de “piedra y césped” que recogía las aguas del Huecha, encaminándolas al término de Marreque. Un poco más abajo, en el lugar señalado con la letra B, está la fuente de la Teja. En aquellos momentos, el agua que salía de ella se llevaba, mediante un canal de madera hasta el citado azud.

            El año 1868 fue tan escaso de lluvias que apenas se pudo regar Marreque, por lo que los arrendatarios que lo cultivaban decidieron abandonar sus tierras. Los propietarios decidieron entonces acometer las obras necesarias para incrementar el agua de ese término.
            Finalmente, se optó por construir un nuevo azud, aguas abajo del anterior, mucho más sólido que el anterior y situado de tal forma que pudiera recibir íntegramente las de la fuente de la Teja. Para ello se constituyó una Junta de Obras integrada por D. Manuel Sancho, D. Andrés Remón, D. Simón Almao, D. Francisco Tejero, D. Anselmo Simón, D. Jorge Aznar y D. Tomás Rodrigo.
            Se encargó el proyecto al maestro de obras D. Narciso Salillas que fue quien escogió el lugar más adecuado para su emplazamiento. Fue preciso adquirir a D. Mariano García Corellano un “almud” de tierra en la margen izquierda del río para trazar por allí la nueva acequia.
            Con arreglo al presupuesto de la obra se repartió una alfarda de nueve reales de vellón, por hanega de tierra, para hacer frente al mismo.
            Comenzaron los trabajos el 17 de octubre de 1868, excavando una zanja de cuatro metros de ancho para buscar la peña roya en la que asentar la presa. Pudo comprobarse que la roca aparecía a un metro de profundidad, en el punto E, pero un poco más adelante descendía hasta los cuatro metros. La llegada del frío y la falta de recursos obligaron a interrumpir la obra.
            Precisamente, el 1 de enero de 1869, comenzó su andadura el Sindicato de Riegos, asumiendo todas las competencias que, hasta ese momento, correspondían al Ayuntamiento. El primer presidente de la sección de Marreque fue D. Rufino Cardona que decidió proseguir con el proyecto.
            Tras una nueva alfarda de la misma cuantía que la anterior, se reanudaron la excavación de la zanja. Ante la cantidad de agua que “manaba”, fue preciso instalar cinco bombas que resultaron insuficientes, por lo que se trajo de Zaragoza una “noria china” del maquinista D. Joaquín Escolar. Tuvieron que dedicarse 16 hombres para hacer funcionar la máquina, día y noche.
            Concluida la zanja se clavaron piquetes de madera y se levantó la presa con argamasa de cal y arena, continuando a la izquierda con un muro de arcilla roja traída del tejar de Borja.
            Posteriormente, el cantero Juan Lamo la recubrió con 64 metros cuadrados de piedra de cantería labrada, procedente de la Muela Alta, terminando la obra el 3 de julio de 18x69. El informe final de los trabajos fue suscrito por D. Tomás Rodrigo el 7 de octubre de ese año. En él hizo constar que participaron en los mismos 1.661 braceros y 88 carros de mulas y bueyes. El coste total fue de 30.264 reales, por lo que preciso efectuar una nueva derrama de 12 reales de vellón por hanega.
            Aparecieron pequeños manantiales que daban media “fila de agua” que unida a la mejora en la captación del Huecha permitieron aquel verano, también muy seco, regar “los cáñamos y verdes muy abundantemente” de manera que “este término que era de los más inferiores, por la falta de agua, hoy ocupa uno de los lugares más preferentes en agricultura”.



            Eso ocurría en 1869 pero, años más tarde, Marreque volvió a ser deficitario y hubo que incrementar sus aguas con las procedentes del pozo de Fuentes.




            Ahora, el azud presenta un aspecto muy distinto y apenas se adivina nada de lo construido entonces, pues fue recubierta de hormigón la pequeña zona que emergía del cauce del río.


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