viernes, 22 de marzo de 2013

El Patrimonio Artístico de El Pozuelo de Aragón




            La historia de El Pozuelo de Aragón está unida a la del monasterio de Veruela a quien, en 1181, Alfonso II donó una granja existente en ese lugar. El 27 de mayo de 1245, el abad del Veruela, Bernardo, otorgó carta puebla a quienes quisieran ir a residir allí, siendo el origen de la localidad que continuó en poder del monasterio hasta la extinción del régimen señorial, en el siglo XIX.




            El monumento más destacado es la Iglesia Parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, levantado en el solar de un templo anterior, del que no nos han quedado testimonios pero que se encontraba en muy  mal estado cuando el abad D. Lope Marco, tomó la decisión de edificar una nueva iglesia.
            Las obras fueron encomendadas al maestro Charles de Mendibe, en 1545, quien las llevó a cabo en un breve espacio de tiempo, pues la nueva iglesia fue consagrada el 9 de junio de 1546. Sin embargo, muy pronto se plantearon problemas estructurales y fue preciso cerrarla al culto, haciéndose cargo de la reforma los maestros Lope el Chacho y Pedro de Ocáriz, que tuvieron que derribar la cubierta, recrecerla y construir una nueva bóveda. El aspecto actual es, por lo tanto, fruto de esas dos fases constructivas.




            Levantada en mampuesto con contrafuertes de ladrillo, es de planta rectangular con una sola nave y cabecera poligonal. El retablo mayor ha sido recientemente restaurado.




Además del presbiterio, tiene dos tramos y el coro a los pies, cuyo piso plano está soportado por dos columnas toscanas de piedra, con canetes de madera sobre los que corre una viga de madera.



Inicialmente, disponía de capillas laterales, tres en el lado norte y dos en el sur, que se abrían en arcos de medio punto y estaban comunicadas entre sí. Posteriormente, el espacio de algunas de las capillas fue dividido por medio de un muro y, en la actualidad, existen cuatro en el lado norte y tres en el sur, abiertas también a la nave por arcos de medio punto.




Sobre su embocadura discurre un sencillo entablamento de friso liso a la altura del arranque de las bóvedas que son de crucería estrellada con hermosas claves decoradas con las armas del abad Lope Marco y su predecesor el arzobispo D. Hernando de Aragón que fue el que consagró el templo.



La torre se levanta a los pies del muro sur y está formada por dos cuerpos. El inferior, de planta cuadrangular, tiene las mismas características constructivas que el resto del edificio. Sobre él se levanta un cuerpo de ladrillo, de planta cuadrangular, aunque de menor tamaño. Tiene un vano de medio punto en cada uno de sus lados, donde se sitúan las campanas. Bajo ellos, un friso de ladrillo en rombos, de tradición mudéjar.



La portada es una sencilla puerta situada en el lado sur, en arco de medio punto en el que se abre la puerta de madera adintelada. Sobre ella, una hornacina con una imagen de la Inmaculada Concepción.  



En las afueras de la población se encuentra la ermita de Santa Ana, patrona de la localidad, construida a finales del siglo XV o comienzos del XVI.



Es un edificio de tradición gótica que, inicialmente, tuvo una nave única de cuatro tramos y cabecera recta, con contrafuertes exteriores. Sus tres arcos diafragma apuntados soportan una cubierta a dos aguas que, originalmente, debió de ser de madera, aunque posteriormente se rehízo en yeso.



En el siglo XVIII, se le añadió otra nave en el lado sur que se extiende por los tres primeros tramos de la primitiva.



La ermita muestra un exterior muy alterado, ya que ha sido enlucido y pintado en diversos colores. Tanto en el testero como en el hastial se levantaron unos muros con remate escalonado y espadaña sencilla en la cabecera. Por otra parte, dispone de unos vanos modernos con reja y una puerta adintelada. Todo ello, enmascara la construcción original, proporcionando una imagen de edificio de reciente construcción.



En 1999, el Centro de Estudios Borjanos publicó el inventario del Patrimonio Artístico de estos templos, realizado por José Carlos Sancho Bas y Pedro Luis Hernando Sebastián. Además, el pilar de San Antón, existente en la plaza y uno de los elementos más destacados de la localidad, fue estudiado en la obra Pilares votivos, de Manuel Gracia Rivas y Pedro Domínguez Barrios, que publicamos en 2011 y al que, recientemente, hemos dedicado otro artículo en este blog.














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