martes, 21 de mayo de 2013

Obras de nuestros museos: La reforma del retablo mayor de Santa María



            Al final de la Sala V del Museo de la Colegiata de Borja, se encuentra esta traza que corresponde al proyecto de reforma del retablo mayor de la colegiata, realizada en el siglo XVIII por el escultor Santiago Marsili. El documento se conserva en el archivo de la colegiata, siendo una reproducción del mismo lo que se expone en el museo, para preserva su conservación.




            Este es el estado actual del retablo, tras la remodelación acometida por Marsili sobre la obra original realizada por los hermanos Gregorio y Antonio de Messa, a partir de 1684.
            La historia de la misma fue dada a conocer por Luis Sánchez Ruiz, en un artículo publicado en Cuadernos de Estudios Borjanos, en 2004. En ese trabajo se documentaron las distintas fases constructivas y los problemas a los que tuvo que hacer frente el cabildo para hacer frente al elevado coste de la obra que fue concertada en la cantidad de 2.600 libras jaquesas. De hecho, Antonio murió el 12 de enero de 1710 y, poco después, falleció su hermano Gregorio, sin que hubieran llegado a percibir la totalidad de su importe. De la reclamación de la deuda se hizo cargo Feliciana de la Cruz, viuda de Gregorio, que en 1729 todavía seguía insistiendo para que se le terminara de abonar lo que aún quedaba pendiente.



            La falta de recursos provocó el que el retablo quedara sin dorar ni policromar, algo sobre lo que no se ha insistido en los trabajos publicados. Su aspecto sería, por lo tanto, similar al de retablo mayor de la iglesia de San Pedro Mártir que nunca fue dorado.
            No fue, hasta 1782, cuando el cabildo se planteó la posibilidad de terminarlo. Como ha estudiado recientemente Alberto Aguilera Hernández, la forma de llevarlo a cabo fue objeto de serias controversias. Por ligera mayoría, el cabildo acordó el 23 de marzo de ese año que “se dore el retablo todo el a excepción de las estatuas que han de ser al natural, sin quitar cosa alguna de talla”. Esta resolución viene a poner de manifiesto que, tanto la mazonería como las imágenes habían permanecido con la madera vista, tal como las dejaron los hermanos Messa.
            Sin embargo, el obispo manifestó su desaprobación respecto a ese acuerdo ya que, a su entender, “contravenía la normativa regia” que prohibía el dorado de los retablos, por el gasto que suponía y porque, para entonces, habían comenzado a difundirse las nuevas corrientes artísticas, impulsadas por las Reales Academias, que postergaban al estilo barroco en el que había sido concedido. De hecho, se llegó a plantear la posibilidad de solicitar un informe a la Real Academia de San Fernando.
            Tampoco estaba de acuerdo con la propuesta de dorarlo completamente el principal mecenas de esta iniciativa, D. Jerónimo Sánchez, que era regidor decano de la ciudad y, durante varios años, corregidor interino de la misma.
            Al final, se decidió encomendar los trabajos al escultor Santiago Marsili y al pintor Diego Díaz del Valle que, en julio de 1782, capitularon la obra por un importe de 960 escudos, de los que Jerónimo Sánchez aportó 600.



            De Santiago Marsili no se conocen demasiados datos de su biografía. Tan sólo que era de procedencia italiana y que trabajó, fundamentalmente, en Guipuzcoa, donde estableció tuvo talleres en Andoaín y Villabona. Realizó diversos retablos y también reformó otros, despojándolos de su “hojarasca barroca”, simplificando el concepto ornamental, para dar mayor protagonismo a lo arquitectónico y escultórico, como señalaba María Isabel Astiazaraín Achabal en un artículo publicado en Anales de Historia del Arte, en 1989. En la Biblioteca Nacional se conserva la traza arriba reproducida, correspondiente a la reforma de un retablo no identificado, que tiene las mismas características que la de Borja, aunque es más vistosa por haber sido iluminada.


   
         En el caso que estamos comentando y que fue dado a conocer por la Profª Belén Boloqui, el dibujo incluye la situación original del retablo de los Messa (a la derecha) y la reforma propuesta por Marsili (a la izquierda). Como puede apreciarse las modificaciones, en cuanto a la decoración, fueron importantes.




            Pero, además, hubo otro cambio significativo pues la imagen titular de los Messa fue reemplazada por esta otra que realizó Marsili, elevándola para enmarcar su cabeza en el primitivo óculo eucarístico que tenía el retablo.



            Sorprendentemente, se ha conservado el modelo en barro que Marsili presentó al cabildo con su propuesta para esta nueva imagen. Hoy se puede contemplar, junto a su traza, en el Museo de la Colegiata.



            Respecto a la imagen de los Messa, inicialmente fue colocada sobre la verja del coro y, en la actualidad, está situada en una hornacina en el interior de la sacristía. Esta talla nos ha planteado un problema ya que, si como hemos demostrado, la policromía de las imágenes del retablo mayor fue obra de Marsili y de su colaborador Díaz del Valle, cabe preguntarse quién policromó esta Virgen de los Messa que fue reemplazada por la de Marsili, así como el momento en el que se acometió este trabajo. Cabe la posibilidad de que se llevara a cabo al mismo tiempo pero, por ahora, no deja de ser una hipótesis sin documentar.






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