martes, 10 de marzo de 2015

Castillos de nuestra zona: Ferrera y Ferrellón

            En un artículo anterior comentábamos la escasa atención dispensada al conjunto de fortificaciones existente en nuestra zona. El desaparecido estudioso de los castillos aragoneses, Cristóbal Guitart Aparicio, no llegó a reseñar en sus obras la totalidad de los existentes. En Cuadernos de Estudios Borjanos IV,  José Luis Corral Lafuente publicó un trabajo sobre “El sistema defensivo aragonés en el frontera occidental (valle del Huecha, siglos XII al XV)” que, junto con los dedicados a las excavaciones en el castillo de Trasmoz, sigue siendo una de las aportaciones más importantes, a pesar de que se han producido hallazgos posteriores a su publicación. Por lo que respecta a la zona de Tarazona, el catálogo de la exposición “Un viaje a las fortificaciones medievales de Tarazona y el Moncayo”, celebrada en el monasterio de Veruela en 2005, reúne gran interés para nosotros ya que, en ella, se incluyen varios castillos de la cuenca del Huecha. 



            Nuestro propósito es el de editar una pequeña guía de todos los elementos de Arquitectura militar que se conservan aquí, a la espera de estudios más completos. Para ello, hemos recabado la ayuda de Enrique Lacleta para que realice nuevas fotografías de todos ellos, lo que está llevando a cabo, poco a poco. Mientras tanto, en este blog iremos dando noticias de estas fortificaciones, ilustrándolas con las imágenes que nos vayan llegando. Hoy hacemos referencia a las peñas de Herrera, situadas en el límite entre los términos municipales de Añón y Talamantes, que son visibles desde muchos puntos de nuestro valle y que, tradicionalmente, se han conocido como “castillos de Herrera” porque desde la lejanía asemejan una fortificación.




            Lo curioso es que allí existieron dos castillos, conocidos por los nombres de Ferrera y Ferrellón, edificados sobre las rocas que señalan en la fotografía superior, los cuales tenían como misión vigilar la frontera con Castilla que discurre por ese mismo lugar. 



            El más importante era el de Ferrellón, del que se conservan algunas estructuras talladas en la roca, de las que todavía no disponemos de imágenes, pues estamos esperando que mejore el tiempo. Entre ellas, se encuentra la entrada al mismo, unos tramos de escalera y la base de algunas estancias.
            Pedro II de Aragón lo donó en 1200 al monasterio de Veruela que, sin embargo, pronto se deshizo del mismo, por considerar que su mantenimiento era una carga muy onerosa. En 1231, Jaime I el Conquistador lo tuvo que empeñar, junto con otras fortalezas a Sancho VII de Navarra que era su prestamista. Posiblemente, fue ocupado por los castellanos durante los enfrentamientos del último tercio del siglo XIII. A comienzos del XIV, Jaime II de Aragón lo entregó a un vecino de Borja, Gonzalvo Egidio de Vera. Durante la guerra de los dos Pedros, era alcaide del castillo otro borjano, Martín de Vera, que tuvo que entregarlo a los castellanos en 1361. Recuperado, posteriormente, volvió a ser ocupado y completamente destruido en 1366.



            El de Ferrera ocupaba una peña de menor tamaño, aunque más elevada y se mantuvo algún tiempo, tras la destrucción del castillo de Ferrellón, aunque tras la llegada de la paz entre los reinos terminó siendo abandonado. Los restos conservados aún son más escasos que en Ferrellón. Es probable que, en ambos casos, la mayor parte de sus estructuras fueran de madera.
            Si en el siglo XIII ambos castillos se habían visto involucrados en un episodio de acuñación de moneda falsa, tras su abandono, aquel paraje y los restos que se habían mantenido sirvieron de refugio a algunos bandoleros que asaltaban a los viajeros que cruzaban los abruptos caminos que comunican, por esa zona, Aragón y Castilla.



            Hoy, su silueta constituye una de las perspectivas más bonitas de nuestra zona. En la imagen superior se pueden ver al fondo a las peñas de Herrera y a la derecha el castillo de Talamantes al que nos referiremos en un próximo artículo.        

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