miércoles, 11 de marzo de 2015

Un monumento al capitán borjano don Francisco Pradilla y Ayerbe


            Cuando el pasado mes de junio dimos la noticia de que los participantes en la edición de este año de la Ruta Quetzal iban a visitar nuestra ciudad, comentábamos que el motivo de la presencia de los jóvenes expedicionarios entre nosotros era debida al homenaje que se pensaba tributar al capitán borjano D. Francisco Pradilla y Ayerbe, fundador de la ciudad de Barichara (Colombia). Con este motivo, se pretendía erigir un monumento a ese personaje, tanto en Borja como en Barichara.



            Ahora, el Concejal Delegado de Cultura y Primer Teniente de Alcalde, D. Juan María de Ojeda Castellot, acaba de comunicarnos que la realización del monumento ya está en marcha. En la imagen que nos ha facilitado aparece el modelo en barro sobre el que está trabajando el escultor madrileño José Torres Guardia y sobre el que, posteriormente, se realizarán dos copias en bronce para ser instaladas en Borja y Barichara. 




Está previsto que la inauguración del monumento en nuestra ciudad tenga lugar el próximo mes de mayo, con asistencia del Excmo. Sr. Embajador de la República de Colombia ante el Reino de España, D. Fernando Carrillo Flores, un destacado intelectual que fue Ministro del Interior de la citada República entre 2012 y 2013.



            No es la primera vez que un embajador colombiano visita nuestra ciudad ya que, en 2004, también lo hizo la embajadora Dª Noemí Sanín Posada para inaugurar la exposición de artistas del departamento de Santander, al que pertenece Barichara, en el marco de las relaciones suscitadas entre ambas ciudades, en torno a la figura del capitán Pradilla. 



            Es interesante recordar algunos aspectos de la biografía de este personaje, bautizado en la parroquia de San Miguel de Borja el 10 de noviembre de 1673. En el correspondiente registro que dimos a conocer en un artículo publicado en nuestro Boletín Informativo, se hace constar que, en esa fecha el Rvdo. Sebastián de Ainzón, regrente de la parroquia bautizó a Francisco, hijo de Martín Pradilla, vecino de Borja, y de Isabel Ana Ayerbe, siendo padrinos Manuel Beamonte y Catalina Moreno.
            Aunque en todas las referencias encontradas, aparece Borja como lugar de nacimiento, es muy frecuente que, como fecha de bautismo, se señale el 10 de octubre de 1673. Asimismo, se suele indicar que sus padres eran Marcelino Pradilla y Manuel Ayerbe, aseveraciones que quedan desmentidas con el registro de bautismo.


Catedral de San Gil

            Siendo muy joven pasó al otro lado del Atlántico, estableciéndose en el Nuevo Reino de Granada, en el actual departamento de Santander y, en concreto en las localidades de Guane y San Gil. Es dudoso que, en aquellos momentos, tuviera el empleo de capitán por lo que parece razonable suponer que lo fuera de Milicias. En cualquier caso, su carrera debió comenzar como contador pues,  en el Archivo General de Indias, hemos encontrado un documento sobre las cuentas tomadas a los corregidores y alcaldes de la ciudad de Vélez y la villa de San Gil, entre 1684 y 1748, por diversos contadores entre los que aparece Francisco Pradilla y Ayerbe. Al frente de la villa de Santa Cruz de San Gil se encontraba el que sería su suegro.
            Porque, en 1718, contrajo matrimonio con Dª Bárbara de la Parra y Cano, hija de D. Antonio Tomás de la Parra y de Dª Margarita Amaya de Rueda Rosales. El padre era uno de los fundadores de la ciudad de San Gil y el más importante encomendero, mientras que su esposa también pertenecía a otra de las destacadas familias de la zona.
            De esta unión nacieron, al parecer 12 hijos, de los que conocemos el nombre y año de nacimiento de 11: Isabel (1719), Martín (1720) al que algunos afirman que fue sacerdote, Margarita Justa (1721), Bárbara (1723), Francisca (1725), Miguel Vicente (1727), Feliciana (1728), José Agustín (1729) que al parecer también fue sacerdote, Joaquina (1730), Juana Antonia (1732) y Manuela (1740).
            Es evidente que este matrimonio mejoró su condición social y, de hecho, llegó a ser Procurador y Alcalde de la villa de San Gil. Desde esa localidad llevó a cabo la fundación de Barichara, sobre cuya fecha exacta se han suscitado algunas controversias.
            Según la tradición, en 1702 y en el lugar donde actualmente se alza la ciudad, un campesino llamado Pedro Salgado creyó ver una luz sobre una gran piedra cuya forma recordaba a la Inmaculada Concepción. Impresionado por lo que consideró un hecho sobrenatural, corrió a comunicarlo entre los habitantes de la zona, suscitándose un indudable interés que provocó el que algunas personas fueran a establecerse en aquel lugar, al que también llegaban devotos de la Virgen.



            Aunque en la propia Barichara existe una lápida en la que se afirma que la población fue fundada en 1705 por Francisco Pradilla, esa hipótesis ha sido refutada por el prestigioso historiador local Heriberto Silva Rangel, fallecido en 2012 y con el que mantuvimos un cordial intercambio de publicaciones, para quien el proceso de formación del nuevo municipio se inició en 1714, cuando las familias que vivían allí y los peregrinos que acudían atraídos por la supuesta imagen, solicitaron el reconocimiento de la capilla allí erigida como Vice-Parroquia. El 15 de febrero de ese año, el arzobispo D. Francisco de Cocio y Otero concedió facultades para que cualquier sacerdote pudiera oficiar el Santo Sacrificio de la Misa, bautizar, casar y permitir el cumplimiento pascual a los peregrinos. Hay que señalar que, en ningún momento, la Iglesia llegó a reconocer como un hecho prodigioso la supuesta imagen de la Virgen de la Piedra.
            En aquellos momentos, el capitán Francisco de Pradilla era todavía soltero y prestaba apoyo a los habitantes del lugar, llegando a instruir a los niños en las primeras letras. Pero no fue hasta el 20 de enero de 1741 cuando adquirió “media estancia de ganado mayor” a Dª María Soto, por la cantidad de “sesenta patacones” que se pagaron en reales de a ocho. El hecho de que en el documento aparezca reflejado como “Mayordomo Tesorero de la Hermandad de Nuestra Señora de la Piedra”  demuestra de manera evidente la devoción a la imagen antes citada en un lugar que inicialmente se llamó Vara-florida, más tarde Vara-echada y ya, en este momento, Barichara que significa "Lugar para el descanso" en dialecto guane.


Calle de Barichara

            En los primeros días de agosto de 1742 se procedió a la parcelación del lugar y al señalamiento de los espacios destinados a Iglesia, sede del concejo, casa del cura y plaza principal. Por este motivo, el año 1742 ha sido considerado tradicionalmente como el de fundación de la ciudad y, de hecho, en 1942 se celebró el segundo centenario al que se asociaron la Asamblea del Departamento y el propio Congreso de la República. 


Iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Concepción y San Lorenzo

            El propósito que impulsaba al capitán Pradilla era el de erigir una parroquia, lo que venía a representar la creación de una nueva población. Lógicamente, esta pretensión provocó la oposición frontal del párroco de San Gil D. Basilio Vicente de Oviedo que no vaciló en apelar a todas las instancias para impedirlo lo que, al final, le costó el puesto y el pago de las costas de los diferentes procesos.
            Francisco de Pradilla no llegó a conocer el reconocimiento a sus pretensiones, ya que falleció el 22 de agosto de 1748, y no fue hasta el 30 de julio de 1750 cuando el arzobispo de Bogotá, D. Pedro Felipe de Azúa, daba su consentimiento para la “erección de parroquia distinta y separada de San Gil, con el nombre de Nuestra Señora de la Concepción de Barichara y San Lorenzo Mártir”. No obstante, sus descendientes continuaban siendo los impulsores de la iniciativa, ya que la correspondiente instancia iba suscrita por su hijo Martín Pradilla de la Parra, primer párroco de Barichara; Miguel Vicente, otro de sus hijos; y sus yernos Francisco Díaz Aranda y Pedro José Navarro; el primero de ellos casado con Margarita Justa y el segundo con Isabel Ana.
            El proceso de consolidación de la población tuvo un nuevo capítulo cuando, el 13 de enero de 1800, los vecinos de Barichara se dirigieron al virrey D. Pedro Mendinueta y Múzquiz la erección del lugar como villa “con independencia absoluta de San Gil… bajo el título de Muy Noble y Leal Villa de San Lorenzo de Barichara”. De nuevo, la oposición de San Gil fue demorando el proceso, de manera que cuando el virrey Mendinueta, que era natural de Elizondo, cesó en 1803, todavía estaba pendiente de resolución. 


Armas del virrey Amar en el lienzo de San Cristóbal que donó a la colegiata de Santa María

            Y es aquí, donde nos hemos encontrado la sorpresa de que, cuando el 16 de noviembre de 1804, se eleva al monarca el memorial por el que se apoya la solicitud de los vecinos de Barichara, es virrey del Nuevo Reino de Granada D. Antonio de Amar y Borbón, un nexo más de unión entre Borja y Barichara, ya que el virrey era hijo del médico borjano D. José de Amar y Arguedas.
            A este personaje le cupo en suerte la triste fortuna de ser el último virrey y su salida de Bogotá estuvo rodeada de todo tipo de vejaciones. No es de extrañar que sus disposiciones quedaran relegadas en el olvido, tras la independencia colombiana. Por eso, los vecinos de Barichara volvieron a solicitar su condición de villa y el 7 de abril de 1821, el cabildo reunido en la Sala Capitular dejaba constancia de que “el Libertador Presidente le volvió a restituir a su rango de Villa”.
            Hasta aquí los datos que, por el momento, hemos podido recabar sobre este personaje al que el M. I. Ayuntamiento de Borja va a dedicar los monumentos que se instalarán en Barichara y en nuestra ciudad, convirtiéndose de esta forma en el segundo de los existentes aquí, tras la instalación del dedicado al cardenal Casanova en la Casa de Aguilar. Sería interesante aprovechar la ocasión para profundizar en el estudio de la familia Pradilla-Ayerbe en los archivos borjanos donde, sin duda, quedan datos por descubrir.

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