domingo, 7 de junio de 2015

Bodegas de Borja


            Recientemente llegó a nuestro poder un libro editado, en 2001, por Prensas Universitarias de Zaragoza que lleva por título Viñas, bodegas y mercados. El cambio técnico en la vitivinicultura española. 1850-1936.

            En esta obra se recopilan las aportaciones realizadas a un seminario celebrado en Vilafranca del Penedés, en 1999, entre las que se encontraba la de Vicente Pinilla Navarro sobre “Cambio técnico en la vitivinicultura aragonesa. Una aproximación desde la teoría de la innovación inducida”. 




            En ese trabajo, refiriéndose al caso de Borja, se presentan unos cuadros sobre las bodegas construidas en nuestra ciudad, desde mediados del siglo XIX. En el que reproducimos arriba se reseñan las peticiones que para excavar bodegas fueron presentadas en el Ayuntamiento. Conocíamos la existencia de una serie de legajos en los que están recopiladas todas esas solicitudes correspondientes a un momento en el que el cultivo de la vid experimentó un notable incremento y, por otra parte, se asistió a un significativo crecimiento de la población con la necesidad de disponer de las viviendas precisas. Según el autor, fueron 629 las solicitudes presentadas para excavar bodegas en el cerro de la Corona, siendo concedidas 256 autorizaciones. 



            En este otro cuadro se reúnen las bodegas existentes en 1921 que, según el autor eran nada menos que 426, algunas de dimensiones muy reducidas. Señala, además, que había otras 94 dedicadas a vivienda en la zona de Saliente, 17 en la de Poniente y 1 en La Valturera.




            De la existencia de viviendas en cueva ya se habían ocupado otros autores, como García Manrique, que publicaron esquemas de las mismas. Muchos de nosotros las hemos llegado a conocer en uso, pues comenzaron a ser abandonadas ya avanzada la segunda mitad del siglo XX. Hoy, muchas de las bodegas de Saliente y de Poniente han sido adecuadas con fines de esparcimiento, pues suele ser frecuente hacer uso de ellas, para meriendas y reuniones familiares. Creemos, no obstante, que sigue pendiente un estudio minucioso de este tipo de construcciones, no tanto desde el punto de vista arquitectónico sino sociológico e histórico. 

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