jueves, 7 de julio de 2016

Las Grutas de Cristal de Molinos



            Una de las visitas más interesantes que hemos efectuado el pasado fin de semana fue a las Grutas de Cristal de Molinos. La ascensión por una pronunciada y larga escalera es un tanto penosa, pero finalmente pudimos llegar a la entrada de las cuevas uniéndonos al último grupo que las visitaba al atardecer de ese día.





            Las grutas fueron descubiertas en 1961, de manera accidental, por un grupo de espeleólogos y, en 2006, fueron declaradas “Monumento natural” por el Gobierno de Aragón. En la actualidad constituyen el principal recurso turístico de la zona, con una media de visitantes superior a los 35.000 anuales. Dadas sus características, la visita se realiza en grupo, con el acompañamiento de un amable guía y el apoyo de un sistema de luz y sonido que permite conocer las características de las grutas.





            El conjunto está constituido por las cuevas de las Graderas, las que se visitan, y la cueva de las Baticambras, aunque quedan por explorar nuevos tramos. Aquí se encontró el llamado “hombre de los Molinos”, que vivió allí hace unos 25.000 años, siendo  el testimonio de nuestra especie más antiguo localizado en Aragón. Por otra parte, la cueva de las Baticambras alberga una numerosa colonia de murciélagos, pertenecientes a tres especies diferentes.





            La visita resulta especialmente interesante, dada la variedad de formaciones geológicas que el agua ha ido creando, por efecto del fluir a lo largo de dilatados periodos de tiempo. Algunas de ellas no son fáciles de observar en otros lugares, por lo que aconsejamos desplazarse hasta Molinos para conocerlas. No podemos dejar de reseñar el problema planteado por la acción antrópica de su explotación, aunque esperamos que los técnicos que lo estudian encuentren la solución más adecuada.






            La visita a las grutas se complementa con la del propio municipio de Molinos, donde hay monumentos tan importantes como la Casa Consistorial y el torreón anexo o la magnífica iglesia parroquial de Ntra. Sra. de las Nieves, declarada Bien de Interés Cultural, con dos espléndidas portadas, aunque, como en casos anteriormente comentados, perdió todo su exorno artístico en la Guerra Civil.





            Su plaza porticada y los palacios que jalonan el casco antiguo constituyen una grato sorpresa para quienes recorren sus calles, mucho más activas que en localidades cercanas. Por otra parte, aunque no pudimos verlos, existen tres museos, el de Molinos, el Eleuterio Blasco Ferrer, con la obra que este artista cedió a la localidad y la  Sala de Exposiciones permanente del colectivo agu-A-rte.




            No podemos dejar de reseñar esa otra maravilla natural que es el barranco de San Nicolás que divide el casco urbano y con el mirador del Príncipe, en uno de sus extremos que impresiona por su belleza y altura.

            Queremos agradecer a D. Raúl Utrilla Muñoz la cesión de las fotografías que ilustran este reportaje.

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