martes, 27 de septiembre de 2016

Recuerdos borjanos en Valladolid


            De regreso de la ciudad de Toro, donde habíamos visitado la exposición de “Las Edades del Hombre” que este año tiene como sede esa hermosa localidad zamorana, quisimos detenernos en Valladolid para retornar a la iglesia de San Pablo, único resto conservado del convento que, bajo la misma advocación, tuvieron los dominicos en la actual capital de Castilla-León, y que había fundado en 1276 la reina Dª Violante de Aragón, esposa de Alfonso X el Sabio.
            Desaparecidas las dependencias conventuales, tras la Desamortización, afortunadamente, se mantuvo en pie este magnífico templo, mandado construir por la reina Dª María de Molina, esposa de Sancho IV de Castilla, pero cuya edificación se dilató en el tiempo, siendo terminado bajo el mecenazgo del duque de Lerma. En esta iglesia fue bautizado Felipe II, nacido el vecino palacio de Pimentel del que, según la leyenda, tuvo que ser descolgado con una cadena, pues de salir por la puerta, le hubiera correspondido bautizarse en la parroquia de San Martín.

            También recibió allí las aguas bautismales Felipe IV, cuando Valladolid era capital de España, por influjo del duque de Lerma, el valido de su padre Felipe III, que dejó su impronta en varios monumentos de la ciudad.
            La iglesia de San Pablo, en cuya construcción intervinieron destacados arquitectos como Juan Guas y Simón de Colonia, está de nuevo bajo la tutela de la Orden de Predicadores que refundó el convento de San Pablo en 1970 y, en 2009, se unió al de San Gregorio en este mismo lugar.



            El convento de San Pablo está unido a la figura del dominico borjano fray Juan López de Caparroso, nacido en nuestra ciudad en 1524. Fue en el convento vallisoletano donde profesó y donde murió a una edad muy avanzada, tras una brillante carrera eclesiástica que le llevó a ser nombrado obispo de Crotona y, más tarde, de Monopoli, tras haber desempeñado otros cargos destacados en la Orden de Predicadores, de la que escribió buena parte de su Historia General, editada precisamente en Valladolid.

            En el Museo de la Colegiata de Borja se muestra el retrato que reproducimos, procedente de la capilla que su familia mandó edificar junto al altar mayor de ese templo, para albergar la importantísima colección de reliquias que fray Juan había enviado a Borja, como muestra de cariño a su ciudad natal.




            Si los edificios del convento de San Pablo se perdieron, tras años de incuria, no ocurrió lo mismo con el colegio de San Gregorio, situado a la derecha de la iglesia. Fundado por el obispo dominico fray Alonso de Burgos, confesor de la Reina Católica, aquí estudio Teología fray Juan López de Caparroso.

            Su arquitectura constituye uno de los más bellos ejemplos del Renacimiento en la época de los Reyes Católicos, un estilo que dio en llamarse “plateresco”. A este magnífico claustro ya hicimos referencia en nuestro blog al comentar el famoso rodaje de una película de Orson Welles. Desde 1933, el antiguo colegio es la sede del Museo Nacional de Escultura.






            El recorrido por sus salas impresiona por la calidad de sus fondos escultóricos, fundamentalmente de temática religiosa, aunque también hay excelentes muestras de pintura y artes decorativas. Muchas de esos espacios se cubren con alfarjes y artesonados de gran calidad.



            Entre las piezas que pueden contemplarse se encuentran estos dos armarios relicarios, procedentes del propio convento franciscano de San Diego de Alcalá, en Valladolid. Debemos recordar que, cuando fray Juan López de Caparroso envió a Borja su colección de reliquias, quiso se conservaran en un armario similar a estos. Sin embargo, sus hermanas decidieron encargar un retablo, titular de la capilla a la que antes hemos hecho referencia y que, en la actualidad, se encuentra situado en la capilla del Corazón de María, a la derecha del altar mayor de la colegiata.



            En nuestro recorrido por el museo también encontramos otra obra relacionada con Borja. En concreto, el volumen IV de la Historia de la Vida de Marco Tulio Cicerón, de Conyers Middleton, traducida del inglés por el aragonés D. José Nicolás de Azara, embajador en Roma y protector del gran pintor borjano Buenaventura Salesa, autor de los dibujos de los grabados que la ilustran. El que aparece en la imagen, correspondiente al busto del filósofo Karnéades es obra de nuestro paisano. Queremos recordar que todos los tomos de esta primera edición de tan importante obra fueron adquiridos recientemente por el Centro de Estudios Borjanos.




            Como cosa curiosa queremos señalar que en otra de las sedes del museo, el palacio contiguo de Villena, había una sala en la que los visitantes podían dar rienda suelta a su capacidad creativa, a partir de modelos correspondientes a las obras expuestas. Allí también había una referencia a Borja, en concreto al Ecce Homo

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