jueves, 5 de enero de 2017

Santoral del 5 de enero


Santa Sinclética (siglo IV). Virgen eremita en Alejandría (Egipto).






San Simeón el Estilita (siglo V). Fue uno de los anacoretas que florecieron en tierras de Siria, buscando la perfección por medio de una vida de soledad y penitencia. Simeón lo intentó ingresando en una comunidad, de la que fue expulsado por el rigor de sus disciplinas, iniciando un camino que le llevó a vivir durante 37 años en lo alto de una columna, de donde procede su sobrenombre y su enorme popularidad.



San Deogracias de Cartago (siglo V). Le tocó vivir la invasión de los vándalos que en el 439 expulsaron al obispo de la ciudad con todos los sacerdotes, los cuales se refugiaron en Nápoles. Allí falleció el obispo Quodvultdeus y el emperador Valentiniano III intercedió para que se pudiera nombrar a uno nuevo, siendo elegido el presbítero Deogratias. Cuando en el año 455 los vándalos atacaron Roma, regresaron a Cartago con numerosos prisioneros, vendidos como esclavos. El obispo Deogratias vendió todos sus bienes para rescatar a los que fue posible, alojándolos en dos basílicas hasta que pudo devolverlos a Roma. Falleció hacia el año 456.



Santa Emiliana (siglo VI). Fue tía del Papa San Gregorio Magno, distinguiéndose por su vida piadosa en Roma y sus virtudes. 



San Convoión (siglo IX). Fundador del monasterio de San Salvador en Roten (Bretaña, Francia) y tras su destrucción por los normandos levantó otro, también benedictino en Plélan, donde falleció a avanzada edad.



San Eduardo el Confesor (siglo XI). Fue rey de Inglaterra entre 1042 y 1066. Restauró el gobierno de la casa de Wessex, después del período del mandato danés. Fue el fundador de la abadía de Westminster, siendo el único monarca inglés canonizado.



San Gerlaco o Gerlac (siglo XII). Fue soldado, llevando una vida disoluta, per tras la muerte de su esposa cambió radicalmente, peregrinando a Roma y Jerusalén. A su regreso, se estableció como eremita cerca de Valkenburg, en la región de Limburg (hoy Bélgica), donde hizo penitencia hasta su muerte, viviendo en el hueco de un árbol. Su fama despertó las envidias y llegaron  a acusarle de guardar un tesoro en el interior del árbol que fue mandado cortar por el obispo, sin encontrar el supuesto tesoro.



Beato Rogerio de Todi (siglo XIII). Sacerdote franciscano fue uno de los primeros seguidores de San Francisco que destacó su caridad. Tuvo frecuentes apariciones del Niño Jesús, al que recibió en sus brazos. Fue enviado a predicar a España, donde fundó varios conventos.

Beatos François Peltier, Jacques Ledoyen y Pierre Tessier (siglo XVIII). Entre las numerosas víctimas provocadas durante la revolución de la Vendée, en la que los católicos se enfrentaron a los republicanos, se encuentran los sacerdotes Jacques Ledoyen (nacido el 3 de abril de 1760 en Rochefort-sur-Loire), François Peltier (nacido el 26 de abril de 1728 en Savennières) y Pierre Tessier (nacido el 11 de mayo de 1766 en La Trinité-d’Angers), los cuales fueron guillotinados el 5 de enero de 1794 en Angers. Junto con otros mártires fueron beatificados en 1984. 



Beato Diego José de Cádiz (siglo XVIII). Nacido en Cádiz en 1743, ingresó en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, llegando a ser un excepcional predicador al que acudían a escuchar auténticas multitudes de fieles. Autor de numerosas obras de piedad que alcanzaron gran difusión. Murió en Ronda en 1801.



San Juan Nepomuceno Neumann (siglo XIX). Perteneciente a la Congregación del Santísimo Redentor, fue obispo de  Filadelfia (Estados Unidos), distinguiéndose por su labor entre los inmigrantes y la educación de los niños.



San Carlos de San Andrés Houben (siglo XIX). Nacido en Munstergeleen (Países Bajos), ingresó en la orden de los Pasionistas. Ordenado sacerdote en 1850, marchò a Inglaterra y luego a Irlanda, donde fundó el convento de Mount Argus cerca de Dublín, donde destacó por su labor como confesor y la atención a los moribundos. Fue canonizado por Benedicto XVI en 2007.



Beata María Repetto (siglo XIX). Religiosa de la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora del Refugio en el Monte Calvario, destacó por su piedad y humildad como portera de la casa de Génova.



Beata Marcelina Darowska (siglo XX). Tras la muerte de su esposo y su hijo mayor, fundó en Jazlowice (Ucrania) la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, para la educación de las jóvenes.



Beato Pedro Bonilli (siglo XX). Sacerdote terciario franciscano, fundador del Instituto de las Hermanas de la Sagrada Familia, en Spoleto (Italia), dedicado a la educación de niñas pobres y huérfanas.



Beato Robert Grau i Bullich (siglo XX). Nacido el 14 de abril de 1895 en Coll de Nargó, profesó como monje benedictino en el monasterio de Monserrat, el 21 de octubre de 1917. Ordenado sacerdote tres años después, viajó a Palestina, retornando a Monserrat donde desempeñó puestos de responsabilidad, entre el de Prior desde 1928. Fue martirizado en la checa de San Elías de Barcelona, falleciendo el 5 de enero de 1937.



Beato José Mariano de los Ángeles Alarcón Ruiz (siglo XX). Nacido en Murcia, siendo niño se trasladó a Badalona con el resto de la familia, ingresando con 11 años en el seminario que los carmelitas tenían en Palafrugell. Profesó en 1929, siendo ordenado sacerdotes el 11 de abril de 1936. Estaba destinado en el convento de Barcelona, del que era organista. Al estallar la guerra civil, se refugió en la casa de su hermana en Badalona y, posteriormente en la de sus padres, donde fue detenido el 17 de diciembre de 1936. Al intentar averiguar su paradero, el padre también fue encarcelado, siendo sacados de la prisión en la noche del 5 de enero y llevados a Badalona, donde fueron asesinados.  Fue beatificado en 2007.



Santa Genoveva Torres Morales (siglo XX). Fundadora del Instituto de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Ángeles, había nacido en Almenara (Castellón), siendo la menor de los seis hijos de un matrimonio humilde. Acaba de cumplir los ocho años cuando murió el padre y tuvo que empezar a trabajar para ayudar a la economía familiar. A los trece años, se le diagnosticó un tumor maligno en una pierna y hubo que amputársela. Volvió a caer enferma, hasta el punto de que tuvo que ingresar en una institución benéfica, regentada por las carmelitas, donde permaneció nueve años. Aunque quiso ingresar en la orden, su incapacidad física lo impidió pero, en 1911, con dos amigas fundó la Sociedad Angélica, para acoger a mujeres sin familia. La Casa General se estableció en Zaragoza, junto al Pilar, en la hospedería donde muchos llegamos a conocerla, poco antes de fallecer en 1955. Fue canonizada en 2003, en un acto celebrado en la plaza de Colón de Madrid.

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