martes, 4 de julio de 2017

Borja y Hungría


         En el archivo del Centro de Estudios Borjanos se conserva este curioso impreso, editado en Borja en la Imprenta Sancho, en DIN A4, en el que se insta a los propietarios, trabajadores y empresarios de nuestra ciudad, a contribuir económicamente para ayudar a los “bravos húngaros” que, “al igual que España hace 20 años no han dudado en oponer sus corazones para que sirvieran de dianas a los cañones del materialismo ateo y comunista”.

         Firmado por el Presidente del Gremio de Industria y Comercio, así como por el Jefe de la Hermandad de Labradores y Ganaderos, lleva fecha de noviembre de 1956,  cuando la revolución húngara aún no había sido sofocada.




         La revolución había estallado el 23 de octubre de 1956 como un movimiento de protesta estudiantil que intentó difundir un comunicado desde Radio Budapest. La policía que custodiaba el edificio abrió fuego contra los manifestantes y la situación se radicalizó, sumando a numerosas personas, incluso soldados que retirando las estrellas rojas de sus uniformes se unieron a la revuelta.




         Los símbolos de la presencia soviética fueron derribados y hubo matanzas que, en algunos casos, revistieron especial crueldad. Finalmente el régimen cayó, haciéndose con el control Imre Nagy que, mientras continuaban los ataques contra las fuerzas desplegadas en el país y contra la policía política, anunció la disolución de esta última, la retirada del Pacto de Varsovia y la celebración de elecciones libres.



         Finalmente, tropas soviéticas procedentes del exterior entraron en Hungria el 1 de noviembre y el 10 de ese mismo mes la revolución fue sofocada. Imre Nagy y otros dirigentes de la revolución fueron detenidos y fusilados, mientras Janos Kadar asumía el cargo de Primer Ministro. Por otra parte, el cardenal Mindszenty, primado de Hungría, se refugió en la embajada norteamericana donde permaneció hasta septiembre de 1971, cuando a petición de la Santa Sede, pudo abandonarla para trasladarse a Austria.

         La revolución tuvo un enorme eco internacional, dando lugar a muestras de apoyo en muchos lugares de occidente, de las que este impreso de Borja constituye una prueba.

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