viernes, 15 de septiembre de 2017

Completando la colección de obras de García Bacca XXI


         Tres nuevos ejemplares de la Revista Nacional de Cultura de Venezuela se han incorporado a nuestros fondos sobre Juan David García Bacca, fruto de la actividad desplegada por el Director del seminario que, sobre su figura, dirige el Dr. D. Roberto Aretxaga que, poco a poco, está consiguiendo reunir la obra completa de este ilustre filósofo, cuya relación con nuestra ciudad es mayor de lo que pudiera suponerse. Aquí están enterrados sus padres y en nuestra ciudad residió hasta su fallecimiento su hermana Dª. María García Lázaro a la que hacíamos referencia, recientemente, en la sección de efemérides.

         El primer ejemplar que reseñamos hoy es el volumen 90-93, correspondiente a enero-agosto de 1952, en el cual se incluye el artículo de García Bacca titulado “En conmemoración bicentenaria de la publicación de Opera Tehologica”, en el que recuerda la aparición de esta obra del franciscano fray Agustín de Quevedo y Villegas, del que resalta su parentesco con el ilustre escritor D. Francisco de Quevedo, del que una rama de la familia pasó a América, estableciéndose en la ciudad de Coro (Venezuela), donde nació el fraile. En el artículo, García Bacca analiza el contenido de su obra que es un comentario a los Cuatro libros de las Sentencias, del maestro Pedro Lombardo, a los que dedica otros tantos tomos, publicados entre 1752 y 1756. A nosotros nos ha servido para poner de manifiesto la importancia de fray Agustín “clarísimo escotista de las Indias”, como lo definía el censor del volumen IV, y por lo tanto digno de figurar en ese diccionario de franciscanos relevantes que prepara la AHEF.




         El siguiente volumen es el nº 50, correspondiente a enero-febrero de 1962 en el que publicó un breve artículo titulado “Tres clases de actos de fe y tres tipos de crítica”, En él distingue entre “creer sin ver”, “creer en lo que no se ve” y “creer en que se ve”, para concluir que ésa es la buena especia de fe: fiarse de y confiar en los ojos, en la razón, en las manos, en los oídos, En definitiva “creer que se ve”. Termina recordando un cita irreverente de Voltaire: “el Papa es una persona sagrada a la que hay que besar los pies y atar las manos” para apuntar que a muchos filósofos, políticos o críticos “habríamos de atar las manos y tapar la boca”, ya que “a este paso no nos va a quedar otro recurso que llevar, de manera más o menos visible, al ir a exposiciones o librerías, tapada la boca y atadas las manos”.



         Finalmente, reseñamos la recepción del volumen 160 (septiembre-octubre de 1963) de la misma revista en el que aparece otro artículo suyo, titulado “Doctor al órgano-Lutero”. Al hilo de una cita de Kant que en su Opus posthumam, se refiere a Lutero con ese apelativo, le sirve como pretexto para divagar sobre la Música y en concreto sobre la de Bach, tras haber escuchado una de su fugas, portentosamente ejecutada en capilla gótica del King’s College de Cambridge en la Pascua de Resurrección de 1963, concluyendo que su obra, auténtica “theologia ex auditu” permitió que “nos salvaramos por la música tantos y tantos de los que estamos condenados al infierno, o próximos a estarlo”. Porque Bach “luterano de Lutero” también era un “Doctor al órgano”.

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